Linaje del Reino de Galicia que tuvo en Corcubión su casa troncal

Don Diego de Lamas y Sotomayor, emparentado con el conde de Altamira y hombre de su confianza, fue el encargado de vender gran parte de las posesiones del conde en la jurisdicción de Corcubión.

En el primer tercio del siglo XVII le vende a un hidalgo del linaje Escaja, un solar en el corcubionés barrio de Río Seco para edificar una casa. Este solar corresponde a la construcción de la rúa Atrás de Rafael Juan, número 1, en la que se sitúa La Suite años 50.

La casa de tipología agrícola-ganadera, llama la atención por su primitiva arquitectura, solidez de muros y sus pequeñas ventanas, en su fachada Sur destaca la sólida escalinata que conforma el patín que facilita el acceso a la primera planta habilitada para vivienda. La parte baja estaba destinada a cuadras y almacén de aperos agrícolas.

En el año 1800 el rey Carlos IV concedió "patente de corso" a Ángel Escaja Bueno. Junto a él coincidieron en la misma profesión: Antonio de Leira y Castro, Pedro Lastres de Corcubión, y Meréns, José Sánchez y Pedro Díaz Porrúa de Cee, este grupo de curtidos corsarios, con su aguerrida actividad, convirtieron el puerto de Corcubión en uno de los más importantes del Atlántico en la subasta de barcos apresados a flotas enemigas y en la venta de mercancías de todo tipo. De entre todos ellos, Ángel Escaja Bueno y Antonio de Leira y Castro destacaron sobremanera por su coraje y valor en aquella olvidada guerra del corso.

A principios del siglo XIX, la prosperidad de sus negocios, lleva a Ángel Escaja a edificar una nueva casa más acorde con su estatus y posición. Esta nueva casa es la conocida como "casa de la balconada" de la rúa Peligros. También edifica en Punta Suaviña (actualmente conocida como finca de La Viña) un almacén de mercancías.

En el año de 1808, con motivo de la Guerra de la Independencia, se constituye la primera Junta de Defensa de Corcubión y uno de sus miembros fue don Ángel Escaja Bueno en calidad de diputado. También formaría parte de la segunda Junta de Defensa con el cargo de secretario.

Durante los ataques de la tropas francesas a la villa de Corcubión, el 13 y 21 de abril de 1809, destacó el tal Escaja por su valor al frente de una pequeña cañonera situada en la ría. La tradición oral llegada a nuestros días dice que Escaja, aquél bravo corsario, lloraba de rabia mientras desde una cañonera bombardeaba su almacén de La Viña que estaba siendo saqueado por los franceses.

Todavía, a principios del siglo XX, otro Escaja vuelve a ser célebre. Esta vez, junto con otros no menos conocidos marinos del pueblo (de las familias Porrúa y Abella), tras pertrechar un buque, parten a tierras desconocidas que pudiera haber próximas al polo Norte con el fin de conquistarlas. Nunca más se supo de tan intrépidos y románticos marinos.

Actualmente en Corcubión no vive ningún descendiente de aquellos hidalgos, pero en Cee, Muros y en los Estados Unidos de América existe todavía el apellido Escaja.

Las Suites del Tiempo Años 50